sábado, 15 de junio de 2019

ELECCIONES Y PACTOS. 32 AÑOS DESPUÉS ¡SEGUIMOS IGUAL!


        El 18 de junio de 1987 publiqué en el periódico El Día un artículo titulado “Reflexiones electorales”. Se habían celebrado  elecciones Europeas, Municipales y al Parlamento de Canarias. Igual que en las elecciones de hace mes y medio. Algunos partidos ya no existen, otros han cambiado de denominación y otros nuevos han emergido. Los pactos que entonces se hicieron se parecen mucho a los que actualmente se están produciendo. Después de 32 años no hemos aprendido casi nada: seguimos votando a unos partidos confiados en que cumplan sus programas y luego hacen lo que les viene en gana pactando, no por afinidad ideológica, programática o de interés común, sino en virtud de intereses partidistas, tales como poder, dinero o influencia.

El caso más paradigmático es el que acaba de salir en la prensa: Coalición Canaria -con 20 escaños- le ofrece la Presidencia de Canarias al Partido Popular -con 11 escaños-. ¡El segundo partido en número de escaños le ofrece al tercero la Presidencia del Gobierno!, a cambio de que el PP revierta los pactos insulares y locales alcanzados con el PSOE para desplazar del poder a CC. Aún así las cuentas no salen y deben incorporar a ese pacto a Ciudadanos -con 2 escaños- y a la Agrupación Socialista Gomera –con 3 escaños-. Por su parte Cs debe levantar el veto a Fernando Clavijo imputado en el caso “Grúas”, cosa que a la vista de los pactos de la formación Naranja con VOX, a nivel peninsular, no es descartable;  por su parte,  a la ASG, en palabras de su presidente Casimiro Curbelo, le “da igual” pactar con unos que con otros siempre que se respete a La Gomera –eufemismo de cuotas de poder-  ya que "las ideologías y los bloques no tienen importancia".

Éste es el artículo de 1987. Comparen y decidan si hemos avanzado o no. La próxima semana será clave. Veremos lo que pasa.

«El pasado doce de junio entré en un bar de Santa Cruz para refrescarme con una caña y poder soportar el sofocante calor que nos hacia sudar la gota gorda. La caña estaba realmente fría, aunque lo que me dejó verdaderamente helado fue una conversación que dos amigos tenían a mi lado. Por lo que pude escuchar, se llamaban uno Chávez y el otro Andrés. El tema en cuestión era el de las elecciones. Comentaban que el resultado haría ingobernable Canarias. Andrés, el que estaba más cerca de mí, afirmaba que había una solución y era la de los pactos: PSOE-AIC; PSOE-CDS; CDS-AIC-AP. El tal Chávez parecía “entender” más de política  y comenzó a especular con cada una de las opciones. Fue en este momento cuando la caña comenzaba a refrescarme. Mi sorpresa fue mayúscula cuando escuché los argumentos que empleaba para justificar los pactos. El pacto CDS-AIC-AP no le parecía bueno porque entendía que no era “natural” por tener que decidir varios partidos y, sobre todo, porque tanto el CDS como AP habían sacado su mayoría de votos en Gran Canaria. El pacto PSOE-CDS sería malo, esencialmente, por lo mismo: ambas formaciones eran mayoritariamente elegidas en la provincia hermana. Por fin, y aquí ya me quedé helado, afirmaba el tal Chávez que el mejor pacto era el del PSOE-AIC, porque así Tenerife tendría mayoría y sería ideal gobernar Canarias tinerfeños desde Tenerife y por Tenerife.

Hasta aquí la conversación que escuché en aquel bar. A partir de ese momento comencé a reflexionar sobre ella. La primera idea que me aflora es la de Canarias: Hierro, Lanzarote, Gomera, Fuerteventura, La Palma, Gran Canaria y Tenerife. La segunda idea es la gobernabilidad de la Comunidad Autónoma desde donde toque y por los que el electorado disponga. La tercera idea es la de respetar las promesas electorales y ser coherentes con la naturaleza de los partidos.

Primero. Canarias. Ya es hora de tomar conciencia de la importancia de ser Comunidad Autónoma y no provincias litigantes. Unidos, como canarios, conseguiremos más. Parece mentira que desde los medios de comunicación  se nos bombardee sutilmente con pseudonacionalismos insularistas que no hacen sino minar el gran proyecto histórico de nuestra Comunidad Autónoma Canaria. Nuestro proyecto autonómico exige y supone un gran esfuerzo para no caer en las siempre fáciles provocaciones insularistas. Nosotros, los hombres y mujeres del siglo XXI, tenemos el deber de fortalecer nuestro reto histórico: Canarias.

Segundo. Gobernabilidad de Canarias. Según nuestro Estatuto de Autonomía, Canarias se gobierna alternativamente, desde la sede en Las Palmas de Gran Canaria y la sede en Santa Cruz de Tenerife. No hay más. Querer ver más de lo que hay es buscarle los tres pies al gato. En esta legislatura la sede de nuestro presidente estará en Santa Cruz de Tenerife. ¿A qué vienen frases como “gobernar Canarias tinerfeños, desde Tenerife, etc.? Lo de menos es desde dónde y, muchísimo menos, por quién, siempre que sea elegido democráticamente por nosotros. Por eso me extraña tanto esfuerzo por hacer pactos contra natura buscando no la gobernabilidad de Canarias basada en el respeto a los electores, sino los intereses  mezquinos y sectarios del viejo pleito insular.

Tercero. Respeto a las promesas electorales. De las dos premisas anteriores  sale una lógica conclusión: Canarias debe ser gobernada desde donde toque por quienes sean elegidos democráticamente y con respeto a los electores. Basados en esta conclusión, ¿cómo es posible hablar de un pacto PSOE-AIC? Son fuerzas antagónicas. ¿Qué pensaría el elector de AIC que votó dicha fuerza esperando ver cumplidas las promesas acerca de la Ley de Agua o la del Cabildo, si dicho partido se coaliga con el autor de las mismas? Y viceversa. Si con éste pacto se consigue, según mis compañeros de barra, gobernar Canarias desde Tenerife por tinerfeños, ¿no sería, en primer lugar, ir contra el espíritu de nuestra Comunidad y, lógicamente, un fraude electoral? Porque AIC, que lo diga el señor Mardones, no obtuvo todos los votos en nuestra isla, sino en el Hierro, en Lanzarote, etc. Por lo tanto, los pactos deben ser con los partidos doblemente afines, por ideología y por  intencionalidad del voto del electorado que, desgraciadamente, es el que menos cuenta.

Estas son mis reflexiones “superconfidenciales” que brindo a todo el pueblo canario, intentando con ello darles un antídoto para el veneno insuflado sutilmente en nuestras voluntades con el fin de obnubilar nuestras ideas de formar una Comunidad Autónoma Canaria que olvide el viejo pleito insular. Ante todo esto, cuidado, canario.»



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