El
18 de junio de 1987 publiqué en el periódico El Día un artículo titulado “Reflexiones electorales”. Se habían celebrado
elecciones Europeas, Municipales y al
Parlamento de Canarias. Igual que en las elecciones de hace mes y medio.
Algunos partidos ya no existen, otros han cambiado de denominación y otros
nuevos han emergido. Los pactos que entonces se hicieron se parecen mucho a los
que actualmente se están produciendo. Después de 32 años no hemos aprendido
casi nada: seguimos votando a unos partidos confiados en que cumplan sus
programas y luego hacen lo que les viene en gana pactando, no por afinidad
ideológica, programática o de interés común, sino en virtud de intereses
partidistas, tales como poder, dinero o influencia.
El caso más paradigmático es el que acaba de salir
en la prensa: Coalición Canaria -con 20
escaños- le ofrece la Presidencia de Canarias al Partido Popular -con 11
escaños-. ¡El segundo partido en número de escaños le ofrece al tercero la
Presidencia del Gobierno!, a cambio de que el PP revierta los pactos
insulares y locales alcanzados con el PSOE para desplazar del poder a
CC. Aún así las cuentas no salen y deben incorporar a ese pacto a Ciudadanos -con
2 escaños- y a la Agrupación Socialista Gomera –con 3 escaños-. Por su parte Cs debe levantar el veto a Fernando Clavijo imputado en el caso “Grúas”, cosa
que a la vista de los pactos de la formación Naranja con VOX, a nivel
peninsular, no es descartable; por su
parte, a la ASG, en palabras de su
presidente Casimiro Curbelo, le “da igual” pactar con unos que con otros
siempre que se respete a La Gomera –eufemismo de cuotas de poder- ya que "las ideologías y los bloques no
tienen importancia".
Éste es el artículo de 1987. Comparen y decidan si
hemos avanzado o no. La próxima semana será clave. Veremos lo que pasa.
«El pasado doce de junio entré en un bar de Santa
Cruz para refrescarme con una caña y poder soportar el sofocante calor que nos
hacia sudar la gota gorda. La caña estaba realmente fría, aunque lo que me dejó
verdaderamente helado fue una conversación que dos amigos tenían a mi lado. Por
lo que pude escuchar, se llamaban uno Chávez y el otro Andrés. El tema en
cuestión era el de las elecciones. Comentaban que el resultado haría
ingobernable Canarias. Andrés, el que estaba más cerca de mí, afirmaba que
había una solución y era la de los pactos: PSOE-AIC; PSOE-CDS; CDS-AIC-AP. El
tal Chávez parecía “entender” más de política
y comenzó a especular con cada una de las opciones. Fue en este momento
cuando la caña comenzaba a refrescarme. Mi sorpresa fue mayúscula cuando
escuché los argumentos que empleaba para justificar los pactos. El pacto
CDS-AIC-AP no le parecía bueno porque entendía que no era “natural” por tener
que decidir varios partidos y, sobre todo, porque tanto el CDS como AP habían
sacado su mayoría de votos en Gran Canaria. El pacto PSOE-CDS sería malo,
esencialmente, por lo mismo: ambas formaciones eran mayoritariamente elegidas
en la provincia hermana. Por fin, y aquí ya me quedé helado, afirmaba el tal
Chávez que el mejor pacto era el del PSOE-AIC, porque así Tenerife tendría
mayoría y sería ideal gobernar Canarias tinerfeños desde Tenerife y por
Tenerife.
Hasta aquí la conversación que escuché en aquel bar.
A partir de ese momento comencé a reflexionar sobre ella. La primera idea que
me aflora es la de Canarias: Hierro, Lanzarote, Gomera, Fuerteventura, La
Palma, Gran Canaria y Tenerife. La segunda idea es la gobernabilidad de la
Comunidad Autónoma desde donde toque y por los que el electorado disponga. La
tercera idea es la de respetar las promesas electorales y ser coherentes con la
naturaleza de los partidos.
Primero. Canarias. Ya es hora de tomar conciencia de
la importancia de ser Comunidad Autónoma y no provincias litigantes. Unidos,
como canarios, conseguiremos más. Parece mentira que desde los medios de
comunicación se nos bombardee sutilmente
con pseudonacionalismos insularistas que no hacen sino minar el gran proyecto
histórico de nuestra Comunidad Autónoma Canaria. Nuestro proyecto autonómico
exige y supone un gran esfuerzo para no caer en las siempre fáciles
provocaciones insularistas. Nosotros, los hombres y mujeres del siglo XXI,
tenemos el deber de fortalecer nuestro reto histórico: Canarias.
Segundo. Gobernabilidad de Canarias. Según nuestro
Estatuto de Autonomía, Canarias se gobierna alternativamente, desde la sede en
Las Palmas de Gran Canaria y la sede en Santa Cruz de Tenerife. No hay más.
Querer ver más de lo que hay es buscarle los tres pies al gato. En esta
legislatura la sede de nuestro presidente estará en Santa Cruz de Tenerife. ¿A
qué vienen frases como “gobernar Canarias tinerfeños, desde Tenerife, etc.? Lo
de menos es desde dónde y, muchísimo menos, por quién, siempre que sea elegido
democráticamente por nosotros. Por eso me extraña tanto esfuerzo por hacer
pactos contra natura buscando no la gobernabilidad de Canarias basada en el
respeto a los electores, sino los intereses
mezquinos y sectarios del viejo pleito insular.
Tercero. Respeto a las promesas electorales. De las
dos premisas anteriores sale una lógica
conclusión: Canarias debe ser gobernada desde donde toque por quienes sean
elegidos democráticamente y con respeto a los electores. Basados en esta conclusión,
¿cómo es posible hablar de un pacto PSOE-AIC? Son fuerzas antagónicas. ¿Qué
pensaría el elector de AIC que votó dicha fuerza esperando ver cumplidas las
promesas acerca de la Ley de Agua o la del Cabildo, si dicho partido se coaliga
con el autor de las mismas? Y viceversa. Si con éste pacto se consigue, según
mis compañeros de barra, gobernar Canarias desde Tenerife por tinerfeños, ¿no
sería, en primer lugar, ir contra el espíritu de nuestra Comunidad y,
lógicamente, un fraude electoral? Porque AIC, que lo diga el señor Mardones, no
obtuvo todos los votos en nuestra isla, sino en el Hierro, en Lanzarote, etc.
Por lo tanto, los pactos deben ser con los partidos doblemente afines, por
ideología y por intencionalidad del voto
del electorado que, desgraciadamente, es el que menos cuenta.
Estas son mis reflexiones “superconfidenciales” que
brindo a todo el pueblo canario, intentando con ello darles un antídoto para el
veneno insuflado sutilmente en nuestras voluntades con el fin de obnubilar
nuestras ideas de formar una Comunidad Autónoma Canaria que olvide el viejo
pleito insular. Ante todo esto, cuidado, canario.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario