sábado, 9 de mayo de 2015

DILEMAS DE UN VOTANTE


Parece que fue ayer y  han pasado cuatro años desde las últimas elecciones municipales y autonómicas. Es la hora de hacer balance, pero sobre todo, es la hora de decidir nuestro voto. En esto de las elecciones no se debe actuar por impulso, por la moda o porque mi amigo o amiga milita en tal o cual partido. Aunque parece que no está de moda o que estándolo se la intente desvalorizar, la ideología juega un papel central en la decisión: la ideología y la ética. El binomio no se debe separar anteponiendo el uno al otro aludiendo razones de orden político, económico, estratégico o cualquier otro como ya propusiera Maquiavelo en su obra El Príncipe.

Volvemos a enfrentarnos, nuevamente, a un dilema moral: el dilema del votante. Dilemas morales sobre conflictos entre los deberes éticos personales y los deberes cívicos; entre los relativos a la conciencia de la persona y los que le imponen las leyes jurídicas; entre votar al que debo o votar al que me interesa. Muchas veces, nuestra flaca memoria, la nula memoria histórica de la que hacemos gala, nos hace perder de vista la trascendencia de la elección y no nos acordamos de las promesas incumplidas, de los derechos alienados, del atropello al Estado del Bienestar manifestado en el desmantelamiento de la sanidad, la educación, los servicios sociales y la pérdida del valor de la igualdad, ética y jurídica,  como herramienta para generar una sociedad más justa. En definitiva, no nos acordamos que en la última legislatura a los ricos les prescribieron los delitos y a los pobres los derechos.

Así las cosas, parece que es el momento de desempolvar los recuerdos de las acciones o inacciones de nuestros representantes políticos durante los últimos cuatro años para analizarlos y tomar una decisión acerca de nuestro inalienable derecho al voto. Y aquí comienzan los dilemas. El primero que se nos plantea es el relativo al de nuestra identidad ideológica: Supón que tu partido ha legislado incumpliendo las promesas electorales y en contra de los derechos de la ciudadanía y necesita  tu voto para seguir en el poder, ¿le darías tu voto o lo castigarías para sea consecuente con lo que promete? A partir de aquí tienes que posicionarte y dejar al descubierto tu catadura moral para dejar de parecerte a aquellos que justifican lo injustificable con frases como, todo lo que se refiere a mí y que figura allí no es cierto, salvo alguna cosa que es la que han publicado los medios de comunicación. (M.R. 04/02/2014)

El segundo es el referido al mantenimiento y fortalecimiento del Estado del Bienestar, especialmente en lo concerniente a tu municipio: Supón que el grupo de gobierno de tu municipio ha gobernado pensando más en sus intereses partidistas, incumpliendo el principio de equidad e igualdad  y en contra de los intereses generales de la ciudadanía y necesita  tu voto para seguir gobernando, ¿Qué pesaría más en tu decisión, la afiliación y simpatía hacia ellos o la valoración ética que exige un castigo en las urnas? Para ello, tenemos que hacer un recorrido por sus áreas de gobierno y ver sus acciones o inacciones en cada una de ellas ya que son el referente para poder posicionarnos éticamente.

En sanidad. ¿Cómo está atendido el derecho a la salud en tu municipio? ¿Cuál ha sido la inversión municipal en las áreas de su competencia? ¿Se ha avanzado, estancado o retrocedido  respecto del punto de partida de las anteriores elecciones? ¿Trabaja en colaboración con las autoridades sanitarias y respeta su autonomía? En educación. ¿Se ha implicado en la educación de sus vecinos? ¿Ha colaborado con las autoridades académicas o se ha extralimitado en sus funciones invadiendo las competencias que le corresponde a los Consejos Escolares de los Centros Educativos? ¿Ha velado para que los intereses generales  del municipio  primen sobre los intereses particulares de los Centros en pos de la calidad de la enseñanza? En servicios sociales. ¿Ha atendido los casos de auténtica necesidad alimentaria sin tener en cuenta su afiliación política? ¿Se ha preocupado más  de la estética (bailes, fiestas, pase de modelos, etc.) que de la ética (reparto de alimentos, ayudas sociales, necesidades de vivienda, etc.)? ¿Se ha comprometido con los más necesitados invirtiendo recursos en solucionar sus problemas, especialmente con los parados, en estos tiempos de crisis económica? ¿Ha sido su prioridad los ancianos y los servicios que los atienden? Y así en cada una de las demás áreas.

Otro dilema tiene que ver con el talante democrático y las relaciones con la oposición, ya que no podemos olvidar los derechos de las minorías y la saludable cooperación entre los partidos políticos cuando del interés general se trata: Supón que el grupo de gobierno de tu municipio ha gobernado desatendiendo el derecho de las minorías, menospreciando la vía del consenso y judicializando la política municipal y necesita  tu voto para seguir gobernando, cuál sería tu decisión, ¿te alinearías con esa forma de hacer política o procurarías un cambio en el talante de los ediles promoviendo un cambio en las urnas? Para ello, sólo tenemos que hacer un recorrido por los Plenos del Consistorio y ver cómo han sido: se acepta con espíritu democrático los reproches mutuos; se tiene en cuenta las aportaciones de la oposición o las desprecia por su debilidad numérica; se intenta el acercamiento en las posturas, buscando más lo que los une (el interés general de los vecinos) que lo que los separa (las siglas del partido); los Plenos son la oportunidad para el encuentro común o la excusa para el linchamiento político; los vecinos son bienvenidos a los Plenos y se potencia su participación o se les ningunea y condena al ostracismo.

Estos dilemas, entre otros que te puedas plantear, y las soluciones que propongas fortalecerán la democracia y la participación ciudadana. El absentismo pasaría a la historia y la política recuperaría su vocación inicial: la del gobierno de la polis desde el servicio a los demás. La ciudadanía recobraría su papel central y no harían falta salvadores de la Patria ni marcas blancas que vengan a ocupar espacios vacíos dejados por la inacción o desmesura de algunos ediles ególatras o partidos al servicio de la economía. Si esto ocurriera se daría paso al matrimonio entre la ciudadanía y la política, a las nupcias entre el Estado de Derecho y el Estado del Bienestar, al enlace entre el político y el interés general de los ciudadanos. En definitiva, como escribe Sabina en una de sus canciones de su disco 19 Días y 500 Noches, titulada Noches de Boda, y que canta maravillosamente al unísono con la gran Chavela Vargas, se crearían todas y cada una de las estrofas que el poeta urbano describe con la maestría que lo caracteriza:

Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas,

Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.

Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana

Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.

Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.

Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.

Que no se ocupe de tí el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.

Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel

Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.
 

sábado, 2 de mayo de 2015

LA FELICIDAD


Sentado en la arena miraba el azul del mar y los aprendices de olas que mansamente llegaban a la orilla con su cresta salina. El sol describía caminos iridiscentes  que se perdían en el infinito. La arena, entre amarilla y negra, veteada, mostraba las huellas de los bañistas y marcaba la última ola en arribar a la playa. Las nubes brillaban por su ausencia. Eolo se paseaba magnífico por la ensenada permitiendo que varios aficionados al windsurf y al Kitesurf, mostraran sus habilidades y llenaran de colores el cielo y el mar adentro. A su lado, varios niños y niñas jugaban despreocupados a construir un dique que impidiera que el mar les reclamara su porción de playa: el trajín era enorme. Organizados como abejas se repartían el arduo trabajo de luchar contra la mar: unas se afanaban en amontonar arena, otros en traer agua en los cubos que llenaban en la orilla del mar y llegaban casi vacios por la premura con la que acudían, algunos amasaban la arena con la escasa agua que escanciaban de los cubos con motivos marinos y, en el centro, cual reina del enjambre, la mayor del grupo, daba órdenes sin cesar y dirigía aquel grupito de niños y niñas que se lo estaban pasando pipa, mientras se tostaban al sol y cogían ese saludable color moreno tan apetecido por estas islas.

Junto al grupo, aunque pasando de ellos, sus padres y madres conversaban de cosas mil; que si el peinado le quedaba mono y el color estaba muy logrado con su cara; que si el bañador era una preciosidad y le resaltaba la figura; que menos mal a estos momentos en que nos podemos olvidar del trabajo en la oficina; que  mañana juegan los equipos de varios del grupo y las apuestas iban in crescendo, que……Lo cierto es que se divertían como niños y niñas. Cada grupo con sus cosas, con sus cosas de niños y niñas, aunque ajenos los niños grandes a las niñas pequeñas. No faltaban los adolescentes preocupados por su look: cuidándose el bañador, fijándose las gafas, caminando como si estuviesen en una pasarela y todo el mundo los estuvieran  mirando mientras se acercan a la orilla a refrescarse un poco su insolente cuerpo joven, oteando de manera displicente el panorama en busca de una chica o chico en el que fijarse, y  todo ello, mientras juegan en grupo a no sé qué juego de cartas,

Un grupo de la tercera edad, llegados en tropel, invadió el poco espacio que quedaba y colonizaron la primera línea de playa. Comenzaron a hacer unos ejercicios de estiramiento que mas parecían un juego que otra cosa y, entre risas y comentarios de los más variados, lograron que el resto de los moradores de la cala se fijaran en ellos y ellas: unos, los más pequeños, porque les cerraban el paso hacia el mar para recoger el agua y les rompieron, al pasar, parte del muro de contención que tan arduamente estaban construyendo; otros, las mayores, porque sintieron la llamada inexorable del tiempo y comentaban jocosamente aquello de qué poco nos queda para vernos así, rompiendo en histéricas carcajadas que no hacían sino refrendar el temor que tenían a la senectud; los adolescentes los castigaron con el látigo de la indiferencia tan típico de la juventud en que se creen poderosos y piensan que esa edad nunca le llegará.

Mientras todo esto sucedía a su alrededor y como quiera que Helios insistía en atravesar los cielos rumbo al océano que circunda la tierra calentando a su paso el aire y el ambiente marino, decidió refrescarse con un baño en las agradables y tentadoras aguas de la ensenada. Atravesó con sumo cuidado el infantil dique de contención, se alejó con agrado de las conversaciones de los mayores, soslayo al grupo de la tercera edad y algunos comentarios atrevidos que le brindaron y se zambullo en las apetecibles aguas que le parecieron el mayor placer que imaginarse pueda. Nadó, se sumergió, flotó sobre las aguas y se dejó mecer por la corriente. Como nuevo, refrescado por el baño y tonificado por la sal marina, se disponía a salir del mar cuando descubre, a su lado, a la diosa más hermosa del firmamento Olímpico: si no era Afrodita, se le parecía en exceso. Aquella mujer de cuerpo esbelto, pelo castaño, bikini rojo y pechos exuberantes era la personificación del amor y la sexualidad y representaba, como Afrodita, la fogosidad de las mujeres. Se obnubiló al verla, se trastabillo y dio con su cuerpo sobre la aparición marina. Se recompuso como pudo y le pidió perdón avergonzado por su torpe comportamiento. Ella le dedicó una sonrisa tan casta y le dijo tan cándidamente que no pasaba nada, que  mientras se alejaba nadando con tanta gracia y naturalidad, a él le pareció que en lugar de Afrodita, aquella aparición marina era Artemisa.

Al llegar al sitio que ocupaba en la arena sacudió la toalla y se tumbó al sol para sentir como su piel se secaba, abrazada y acariciada, por los cuidados de Helios. No dejaba de pensar en la chica del bikini rojo. Se incorporó y comenzó a otear el horizonte playero en busca de su Artemisa. Nada. Entre el sol que centelleaba cegador en lo más alto, el gentío que poblaba la playa y el no saber adónde se había ido Afrodita, le fue imposible localizarla. Decidió untarse el cuerpo poniéndose una crema solar con un SPF adaptado a su tipo de piel. Mientras lo hacía, le venía a la mente la imagen de la chica del bikini rojo pero ya no sabía si era Afrodita o Artemisa, o las dos a la vez. De repente, frente a él, saliendo del agua majestuosamente, sacudiendo su cabeza arriba y abajo para secarse su exuberante melena de color castaño, apareció como salida de las profundidades marinas, la chica del bikini rojo. Detrás de ella, su pareja que también salía del agua, la coge de la mano y se van caminando en dirección a la Montaña Roja con la intención de secarse mientras pasean.

Se ríe para sus adentros y recita mentalmente el famoso eslogan de una conocida marca de cerveza, ¡qué suerte vivir aquí! Se pone en pie, recoge su toalla, se viste y se dirige a la ducha más cercana para limpiarse la arena de los pies y encaminarse al Tamboril, un establecimiento al pie de la avenida de la playa para tomarse una jarrita bien fría de cerveza con unos camarones. Mientras disfruta del inigualable manjar se le agolpan en la cabeza las imágenes de la chica del bikini rojo que por unos momentos le hicieron feliz pensando en ella y le vienen a la mente diferentes frases, hechos y ocasiones en las que se ha querido dejar patente un momento de felicidad. La Bíblica, qué bien se está aquí, Señor, hagamos tres tiendas; la solidaria, hay más felicidad en dar que en recibir; la de autoayuda, la felicidad es estar satisfecho contigo mismo;  la del utópico, la felicidad es un estado pasajero de locura; la del existencialista, la vida no es feliz, sólo tiene momentos felices. En ello estaba pensando cuando se  da cuenta que no le quedan camarones que comer ni cerveza que beber. Llama a la camarera, paga la cuenta y se mete en sus cholas para pasear por la avenida. Y es entonces cuando entiende y comprende la auténtica felicidad, cuando se da cuenta que la vida es mejor en cholas……..