martes, 14 de abril de 2015

QUERIDO AMIGO


Querido amigo. Te fuiste para no volver. Te fuiste definitivamente. La eternidad te acogió como se acoge a un antiguo amor, a un viejo amigo: para siempre. Ya nunca más hablaremos como hablábamos, despacio, cadenciosamente, de hito en hito, ocasionalmente. Nuestros encuentros se espaciaran aún más, se harán esperar indefinidamente. Nos hablaremos como le habla el aire a la montaña, con susurros; como la lluvia al campo, empapándolo y fecundándolo; como el mar a la playa, descansando en su orilla.

Te fuiste, sí, pero tu presencia permanece entre los que te conocimos y te apreciamos, entre los que tuvimos la suerte de tenerte como amigo, entre los que compartimos tu amistad y supimos valorar tus silencios. Tu marcha, tan digna como discreta aumenta aún más, si cabe, tu circunspecta personalidad. Esa forma de ser tan peculiar que te hizo especial, prudente, reservado, sensato.

Me consta que en tu dilatada carrera como docente dejaste una larga estela de profesionalidad y, lo que es más importante, una ingente cantidad de alumnos y alumnas que aprendieron a amar la pintura, la escultura, la fotografía y todas y cada una de las artes plásticas, visuales y audiovisuales que impartías. Fuiste la discreción personalizada y ponías la mesura necesaria en el Claustro.

Siempre supiste sacarle partido a la vida. Esa vida que a veces te fue esquiva, que te daba esquinazo, que no siempre te supo valorar. Pero a la que le pusiste color en tus cuadros, le diste forma en tus lienzos, la enmarcaste con tu peculiar estilo. Hiciste que la pintura fuera la pasión de tu vida y que la vida fuera el motor de tu pintura. Ese binomio llenaba tu tiempo, tu mente, tu casa, tu estudio….. y ahora está vacío de ti, sin ti.

Te apasionaba viajar, gozabas conociendo nuevas tierras, nuevas gentes, nuevas culturas; te preocupaban los idiomas y te empeñabas en aprenderlos con una tenacidad encomiable aunque con unos resultados que, en lugar de desanimarte, te daban nuevos argumentos para continuar. Ahora ya no importa. Para este viaje no hacen falta alforjas, ni idiomas, ni pasaporte. Es el Viaje por antonomasia. Disfrútalo querido amigo. Nunca te preocupó la celebridad pero emprendiste el viaje con dos de los grandes: Eduardo Galeano y Günter Grass. A los tres los echaremos de menos. Descansa en paz, Pepe.

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